NUEVA YORK. Presidentes y primeros ministros iban y venían. Misiones diplomáticas de más de cien países caminaban de un lado a otro. Había periodistas y cámaras por doquier. La pasada fue una semana ajetreada en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en esta ciudad. La seguridad era tan extrema en las avenidas de la periferia y dentro del edificio que a veces irritaba. Y en ese trajín, en el interior de los elevadores que movían a esa gente de relevancia internacional, había dos dominicanas.
Como parte del equipo de ascensoristas del edificio, ambas mujeres eran responsables de apretar los botones de los elevadores para trasladar con seguridad a los funcionarios y demás personal, durante el 72 periodo de sesiones de la Asamblea General.
Una de ellas era Nathalies Almonte quien llegó a los Estados Unidos desde Santiago, República Dominicana, cuando tenía 12 años; ya tiene 33.
Ella explicó a Diario Libre que trabaja para una empresa y que fue subcontratada por las Naciones Unidas como operaria de los elevadores. Además le tocó ayudar en asuntos técnicos de las reuniones paralelas que se realizaron durante la celebración de la Asamblea General.
Confesó que en realidad estudió enfermería pero no tomó el examen después de la pasantía. Las situaciones de la vida la llevaron a un recinto que la semana pasada fue “el centro del mundo”.
“Es bien fuerte el trabajo, tienes que ser bien rápida, se siente bien, como emocionante, que estés trabajando con todos estos políticos, viendo a toda esta gente”, dijo.