Entre los peces hervíboros arrecifales tropicales se encuentran las especies de la familia Scaridae, a la que pertenece el pez loro o cotorra. Con sus dientes fusionados, parecidos al pico de las aves que le dan su nombre coloquial, rae rocas, corales y extrae macroalgas. Es indispensable para el mantenimiento de la cobertura y crecimiento de los corales en los arrecifes. Y algo muy importante: defeca partículas en forma de arena; se estima que en un año puede producir más de 200 libras.
A pesar de su importancia ecológica, en un país que solo el año pasado tuvo ingresos oficiales de US$6,721.5 millones por el turismo -que se apoya en el sol, playa y arena-, es ingerido por el hombre y preferido por su precio asequible. Esto motivó a distintas entidades y empresas a desarrollar una campaña para desincentivar su consumo. En la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares se encontró que la inclusión de pescado en general en la dieta es más común en las regiones sur y este del país.
La captura del pez loro es muy extendida en el Banco de la Plata, en la costa norte, usando arpones y compresores, unas herramientas prohibidas por ley.
El informe Estado y Tendencias de los Arrecifes Coralinos del Caribe: 1970-2012, basado en estudios realizados en 90 lugares de 34 países, indica que la sobrepesca “ha conllevado a reducciones vertiginosas de peces herbívoros, especialmente los grandes peces loro, los herbívoros más eficaces del Caribe, pero los más vulnerables a todos los tipos de pesca salvo el anzuelo y el sedal”.
Conoce en la siguiente infografía más datos esenciales sobre el pez loro:
El pasado 17 de junio el Ministerio de Medio Ambiente dio a conocer la resolución 0023/2017 que prohíbe la captura y comercialización por dos años de los peces loro de la familia Scaridae y de los peces doctores (familia Acanthuridae), así como sus productos derivados, incluyendo su exportación o importación.
También, una veda de cinco años para el erizo negro y por tiempo indefinido las especies de tiburones y rayas (orden Elasmobranquios).
El Ministerio se basó en que los estudios recientes indican que los arrecifes de coral de la República Dominicana “se encuentran en pobre estado de conservación debido mayormente a la sobrepesca, especialmente de especies herbívoras claves en el ecosistema”.
La institución no ofreció cifras que establezcan alguna reducción de las especies en cuestión. Sin embargo, aunque pescadores consultados fueron esquivos para responder si han observado alguna disminución en la cantidad de peces en las costas, admitieron que suelen salir de los límites marinos para encontrarlos, como hicieron 53 dominicanos que están presos en Bahamas desde finales del año pasado por alegadamente penetrar irregularmente a esas aguas territoriales.
“Como que los otros pescados no aparecen” –observó el comerciante Rodríguez- “el mismo mero lo salen a buscar y un barco pasa 20 días para allá (en alta mar) y es muy difícil que traiga uno. Cuando yo empecé (en el negocio) se cogían con la mano”.
Entre 2001-2016 se reportó de forma oficial una captura de 1,400,098.42 kilogramos de pez loro en el país, a un precio ponderado de RD$142 el kilogramo como precio primario y un ingreso general de RD$198,813,975.64. Los kilos representan el 0.62 % de la pesca contabilizada de forma regular en ese periodo, que fue de 225,176,456.07 kilogramos.
Las cifras son del Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (Codopesca), de 200 lugares de desembarco, y excluyen las que no se registran. Las referentes al pez loro distan en proporción de las estimadas por un grupo de propietarios de embarcaciones y buzos que estaban reunidos el pasado jueves en el local de la Asociación de Propietarios de Barcos Pesqueros, en Puerto Plata. Entre ellos debatían si era el 30 % o 40 % de todo lo que consigue una nave que corresponde al pez en veda.
Esos porcentajes que mencionaban se asemejan a lo informado a Diario Libre el pasado 19 de junio por el encargado de Regulación Pesquera de Codopesca, Raúl González, de que entre 30% y 40% de la captura nacional de los últimos años corresponde a pez loro.
Por la proporción que representan, en la Asociación estudian refutar la veda impuesta por Medio Ambiente, que les fue notificada el miércoles de la semana pasada. Sin embargo, Joel Santos, presidente de la Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (Asonahores), la calificó ayer como de “gran trascendencia e importancia para el turismo y la economía”.
“El pez loro y el erizo negro son eslabones fundamentales en la producción de la arena de las playas (…) Las playas y el clima son el atractivo principal en torno al cual gira la fortaleza de la oferta (turística) dominicana”, expresó Santos.
¿Cómo afecta la veda a los pescadores?
Luis Heredia, presidente de la Asociación de Propietarios de Barcos Pesqueros, indicó que el gremio tiene 19 miembros dueños de 35 embarcaciones. Hay naves que pueden transportar hasta 60 tripulantes.
Del Sindicato de Pescadores, Yoleros y Buzos de la Empresa Pesquera de Puerto Plata, su presidente Rafael Rodríguez, da más cifras para sustentar los empleos que genera el sector: 1,711 pescadores de la cabecera de la provincia registrados y en las 17 provincias costeras hay 13,817.
Heredia y Rodríguez aseguran que no es el turismo el que sostiene económicamente a Puerto Plata, sino el sector pesquero.
Preparar un barco para un viaje de pesca de un mes puede costar hasta RD$8 millones o RD$10 millones. Un buzo que captura con compresor estimó que se ganó RD$170,000 en su última exploración. Su botín incluyó 33 quintales de langosta (que está en veda hasta el 30 de junio) y 18 quintales de peces.
“El Ministerio de Medio Ambiente tomó esa decisión sin analizar las consecuencias que va a traer esto. La mayoría de los compañeros, quien les habla, y los dueños de pescaderías y de plantas procesadoras, estamos trabajando en base a financiamiento bancario”, dijo Heredia.
Argumentó que pescan a 90 kilómetros de costa y que no están opuestos a la preservación de las especies. “Pero debe ser con áreas específicas”, afirmó.
Contrario a lo dispuesto por Medio Ambiente, directivos de Codopesca han manifestado que lo ideal, más que una prohibición absoluta por dos años para el pez loro, era definir zonas de recuperación del ecosistema y bancos de peces, una medida que no deprimiría al sector pesquero.