PUERTO PLATA. En un cuarto frío había decenas de peces loro y parte de un tiburón tigre congelados. Se conservaban en la pescadería El Diamante en el municipio Cabrera, cuyo propietario, Valerio Rodríguez, analizaba cómo se manejará ahora que el Ministerio de Medio Ambiente prohibió por dos años la pesca y comercialización del pez almacenado y del tiburón por tiempo indefinido.
“Yo no me opondría a que lo paren por dos años, pero pienso que debió haber sido como el lambí: tres meses (de veda) y vamos a pescar”, dijo Rodríguez.
Sentado en la pescadería, ubicada cerca de la concurrida playa Diamante, en la provincia María Trinidad Sánchez, Rodríguez recordaba que tiene casi 40 años en el negocio. Es un intermediario que genera empleos directos e indirectos con la compra de las especies capturadas por los trabajadores de barcos pesqueros y su reventa a supermercados y otros locales.
“Eso es lo que más traen los pescadores (pez loro). El pez loro tiene tanta demanda que se ha ido poniendo casi tan caro como un pez bueno; ya se está cotizando casi a 110 pesos (la libra)”, afirmó. El mero, de mejor categoría, está a unos RD$200 la libra.
Entre los peces hervíboros arrecifales tropicales se encuentran las especies de la familia Scaridae, a la que pertenece el pez loro o cotorra. Con sus dientes fusionados, parecidos al pico de las aves que le dan su nombre coloquial, rae rocas, corales y extrae macroalgas. Es indispensable para el mantenimiento de la cobertura y crecimiento de los corales en los arrecifes. Y algo muy importante: defeca partículas en forma de arena; se estima que en un año puede producir más de 200 libras.
A pesar de su importancia ecológica, en un país que solo el año pasado tuvo ingresos oficiales de US$6,721.5 millones por el turismo -que se apoya en el sol, playa y arena-, es ingerido por el hombre y preferido por su precio asequible. Esto motivó a distintas entidades y empresas a desarrollar una campaña para desincentivar su consumo. En la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares se encontró que la inclusión de pescado en general en la dieta es más común en las regiones sur y este del país.
La captura del pez loro es muy extendida en el Banco de la Plata, en la costa norte, usando arpones y compresores, unas herramientas prohibidas por ley.
El informe Estado y Tendencias de los Arrecifes Coralinos del Caribe: 1970-2012, basado en estudios realizados en 90 lugares de 34 países, indica que la sobrepesca “ha conllevado a reducciones vertiginosas de peces herbívoros, especialmente los grandes peces loro, los herbívoros más eficaces del Caribe, pero los más vulnerables a todos los tipos de pesca salvo el anzuelo y el sedal”.
Por: Mariela Mejía