Hay que dar el salto: de comprar, usar y tirar a reciclar, reutilizar y reparar. Es decir, pasar de una economía lineal a una circular, donde los residuos que se generen tengan una segunda oportunidad en nuevos productos más sostenibles y duraderos que, una vez usados, puedan ser deconstruidos en otras materias primas para dar lugar a nuevos artículos. Así se cierra el ciclo de vida de un producto. Ese es el camino de la nueva economía a la que nos dirigimos. Una estrategia por la que Europa apuesta para generar riqueza y empleo, además de hacer un uso más eficiente de recursos que son limitados. Y aquí las pymes tienen grandes oportunidades de crecimiento y de aprovechar nuevos nichos de negocio.
Hacia esa economía circular avanzan poco a poco las pequeñas empresas españolas, como revela el informe ‘Economía Circular en Pymes en España’, elaborado por la Cámara de Comercio de España y Mapfre. Pero queda mucho por hacer: más de la mitad (54%) no conoce aún en qué consiste este nuevo modelo económico. Eso sí, son cada vez más las que adoptan medidas para reducir los residuos que generan (94,4%), las que venden o ceden sus desechos a otras empresas para que los aprovechen (56%), las que separan en origen una parte o todos sus residuos y las que recurren a gestores privados para desprenderse de los más contaminantes. También cada vez más utilizan materias primas recicladas en sus procesos productivos (60%) y adoptan acciones para reducir el consumo de recursos (80%).En 2030 esta actividad podría crear 130.000 empleos antes de ese año
Sin embargo, la economía circular es mucho más que reciclar residuos para convertirlos en nuevos productos, como explica José Ángel Rupérez, presidente de Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo). «Reciclar materiales es el escalón más bajo de recuperar el valor de un producto. De lo que se trata es de mantener el valor del producto en servicio el mayor tiempo posible. Y eso supone desde ecodiseñar un artículo para tenga más vida útil, pueda ser reparado y después reutilizado hasta reducir el gasto de energía en su fabricación. Y en esta economía circular las pymes tienen un gran papel que realizar». Así también lo corrobara el informe citado que recomienda la necesidad de que las empresas promuevan la circularidad «con el fin de mejorar sus resultados, reducir costes y optimizar procesos». Sin olvidar que si se aumenta el reciclaje, la economía cirular podría llegar a generar hasta 160.000 puestos de trabajo en España antes de 2030.
Rupérez sugiere diversos nichos de negocio en toda esta cadena de valor. Por ejemplo, a la hora de reparar un producto. «Es la mejor forma de darle valor. La UE y el Ministerio de Consumo trabajan en crear un índice de reparabilidad de tal forma que cuando compremos un artículo se indique si es reparable (en un porcentaje) en sus 5 o 10 primeros años. Esto es un mundo ideal para las pymes. Como también es el reciclado de materiales, por ejemplo de plásticos y residuos de construcción, que requieren muchas especificidades. O pueden generar negocios colaborativos de alquiler de productos y servicios. O entrar en la cadena de valor de la reutilización de ropa usada que hay que clasificar, limpiar y trasladar a puntos de venta. Solo hay que crear los mercados para todo esto».
Así lo cree también Adelaida Sacristán, socia de Women Action Sustainability, organización que presentará el 8 de abril una guía de recomendaciones para facilitar que las pymes introduzcan la economía circular en sus modelos de negocio. «Los modelos circulares —explica— suponen cambios en otros ámbitos de la empresa. Afecta a la producción, a la etapa de diseño y a la relación con proveedores y clientes. Aportan beneficios porque es un uso más eficiente de recursos y generan nuevos productos».
La nueva vida urbana del plástico reciclado
Están en Nueva York, Baltimore, Los Angeles, Houston, Manchester, Londres, Santiago de Chile, Estambul, Madrid, Barcelona, Zaragoza, Santander… en 295 ciudades de 18 países diferentes, donde han instalado sus separadores de plástico reciclado para proteger 644 kilómetros de carril bici y donde también ha incorporado a 595 paradas de bus sus plataformas, también con plástico reciclado, para que sean accesibles. Y en ambos casos, tanto separadores como plataformas, son reciclables y reutilizables. Así se cierra el ciclo.
Estos son los datos de Zicla, una pyme que ha recibido diversos reconocimientos y premios. Detrás hay una filosofía empresarial: «En el ADN de Zicla está el aprovechamiento de los residuos. Los residuos pueden volver a las ciudades en forma de productos, como material mobiliario urbano, que den solución a los problemas que tienen esas mismas ciudades», cuenta Alfredo Balmaseda, cofundador de Zicla.
Los productos tienen un fuerte componente en I+D+i y en ecodiseño. «Los separadores de los carriles bici son ligeros en peso —continua Balmaseda—, deben tener una resistencia a la flexión, a la tracción y a la intemperie y dejar la menor huella medioambiental. Todo ese dependen de la mezcla de plástico que hagamos, que provienen del consumo y de la producción industrial. Respecto a las plataformas son piezas que encajan como un puzzle, pueden ser más grandes o pequeñas, se extienden sobre el asfalto permitiendo al autobus desplegar su plataformas, sin que tenga que maniobrar, para personas con movilidad reducidad. Somos los propietarios de los moldes y patentamos nuestros diseños. Luego contratamos fábricas que elaboran nuestros productos».
Por: Noticonexion/ABC