Mientras Biden se mostró seguro de que terminará siendo el ganador y pidió paciencia, Trump habló de un intento de robo de las elecciones en un tuit que Twitter tachó de desinformación.
«Los resultados los sabremos mañana o tal vez más tarde (…). Mantengamos la fe, vamos a ganar«, dijo Biden en una comparecencia poco después de media noche desde Delaware, donde reside.
«No me corresponde a mí ni a Donald Trump declarar el ganador de esta elección, esto es una decisión del pueblo estadounidense».
Biden expresó su confianza en va a ganar los 11 votos electorales de Arizona, que en 2016 votó por Trump y donde iba por delante en el escrutinio. También dijo tener esperanzas en Georgia, donde el recuento provisional apunta hacia Trump.
Por su parte, el presidente publicó un tuit poco después de las palabras de Biden hablando de una gran victoria y otro tuit denunciando que «están tratando de robar la elección». Twitter marcó lo publicado por Trump como desinformación.
«Nunca se lo permitiremos. No se pueden emitir votos después de que las urnas están cerradas«, escribió en una aparente alusión a los votos emitidos por correo dentro del plazo pero que no han llegado.
Durante la campaña, Trump ya había rechazado decir que iba a reconocer cualquier resultado que no fuera una victoria suya.
Los estados clave
Las de EE.UU. son unas elecciones indirectas en las que los ciudadanos votan en realidad la conformación del Colegio Electoral, que es el órgano encargado de elegir al presidente.
El Colegio Electoral lo conforman 538 delegados, son necesarios 270 para ganar la elección, y cada estado tiene asignado un peso en función de su población y todos salvo dos los distribuyen con la regla de que el «ganador se queda con todos».
Es por eso que algunos estados resultan más importantes que otros. Como Florida, con 29 votos electorales y tradición de conceder o enterrar presidencias, que este martes ganó Trump.
Con Trump victorioso en Florida, la atención se gira hacia el llamado «muro azul», por el color demócrata: los tres estados que se consideraban un bastión del partido de Biden y se daban por seguro para Hillary Clinton en 2016 y que Trump consiguió voltear por un estrecho margen de votos.
Wisconsin, Michigan y Pensilvania forman ese muro, el conocido como «cinturón de óxido»; el corazón de la industria que impulsó el país en el siglo XX y que se vio posteriormente vapuleado por un proceso de desindustrialización, creciente competencia global y externalización que llevó a la pérdida de empleo y a una merma demográfica.
Allí Trump ganó por unos 80.000 votos en conjunto y menos del 1% en cada estado, con el discurso de volver a convertir a EE.UU. en una superpotencia industrial, un mensaje que repitió durante la campaña mientras Biden iba avanzando en las encuestas: en los tres estados, llegó con una ventaja de entre 4 y 6 puntos porcentuales.
Wisconsin (10 votos electorales), conocido como el «estado lácteo» o «papelero», por su industria líder en el país, no había votado por un candidato republicano desde 1984 y lo hizo por Trump en 2016 por un margen de 0,7%. Tiene dos importantes núcleos urbanos, de tendencia progresista, pero también amplias zonas rurales e industriales más conservadoras.
Michigan (16), conocido por su industria automovilística, también formaba parte de esos estados azules que el presidente arrebató a los demócratas. En su caso, no había apoyado a un republicano desde 1988 y dio la victoria a Trump por 0,3%.
Una situación similar se dio en Pensilvania (20) hace cuatro años. El estado rompió con el historial demócrata que mantenía desde finales de los 80 para apoyar a Trump hace cuatro años y este 2020 es considerado el territorio más importante: el que puede definitivamente la balanza para un lado u otro.
Ambos candidatos son conscientes de ello: es una de las zonas donde más han hecho campaña. En el caso de Biden, además, es su lugar de nacimiento, un detalle que espera que le favorezca en la carrera.
Por otra parte, Carolina del Norte, con 15 votos electorales y sin que las encuestas daban un claro ganador, era uno de los primeros estados clave que se espera saber el ganador.
Firme bastión republicano antes de que el expresidente Barack Obama lo ganara en 2008 por un pequeño margen. Luego lo perdió en su intento de reelección y Trump reeditó el triunfo republicano en 2016.
¿Cómo fue la campaña?
Tras una campaña marcada por la polarización política, el empeoramiento de la pandemia de coronavirus y la masiva participación (sobre todo en voto anticipado).
Trump, que concurrió sin un programa de gobierno concreto, se presentó como el indicado para salvar la economía mientras trataba de convencer a los suyos de que el fin de la pandemia está «a la vuelta de la esquina».
El mandatario, quien fiel a su estilo no escatimó descalificativos para su contrincante durante la campaña, insistió en acusar al exvicepresidente de querer cerrar la economía para combatir el coronavirus y de planear una subida de impuestos a todos.
Y es que Biden, quien había hecho de la lucha contra el virus una de sus banderas, también ha prometido rectificar la bajada de impuestos decretada por Trump para las rentas de más US$400.000 al año.
Biden también prometió ampliar la cobertura sanitaria para los estadounidenses y una política más activa para luchar contra el cambio climático aunque sin llegar a lo que piden los sectores más progresistas de su partido.
Por: Noticonexion/BBC