De tanto en tanto, el ruido de las bombas perturba la tranquilidad en las afueras del kibutz Shamir, en la región de la Alta Galilea, en el norte de Israel. Los Altos del Golán, ocupados por Israel, están a sólo unos metros de distancia. Más al noroeste se encuentra la Línea Azul, la frontera demarcada por la ONU entre Israel y el Líbano.
Gilad Yehudai, de 45 años, advierte que la relativa calma es engañosa. «Aquí, en la Alta Galilea y a lo largo de toda la frontera con el Líbano, ya hay una guerra: misiles, drones, incendios, alarmas todo el tiempo», dice a DW.
Le preocupa que la situación esté empeorando. «La gente que vive en el centro de Israel no siente la guerra como nosotros», afirma. «Odio decirlo, pero les creo [a Hezbolá], creo sus amenazas y que las cumplirán».
En las últimas semanas, se han intensificado en la frontera los ataques de ambas partes. La milicia de Hezbolá, apoyada por Irán, lanza misiles y drones desde el sur del Líbano más hacia el interior del norte de Israel, y la fuerza aérea israelí realiza incursiones más profundas en el sur del Líbano. Ambas partes han intensificado su retórica y sus amenazas, haciendo temer la inminencia de una guerra total.
En un encuentro con el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en Washington, su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, señaló que «otra guerra entre Israel y Hezbolá podría convertirse fácilmente en una guerra regional, con terribles consecuencias para el Medio Oriente».
Gallant le respondió que Israel prefiere la diplomacia, pero está preparado para todo. «No queremos la guerra, pero estamos preparándonos para cualquier escenario», dijo.
Por: Noticonexion/efe/afp