«El cine, como la literatura, sirve como herramienta para combatir el abuso de poder». Con esta frase inaugura el director surcoreano Hwang Dong-hyuk (50) la entrevista virtual con ABC. Su serie ‘El juego del calamar’, todo un éxito de Netflix, es una alegoría contra el azote del capitalismo. Es un combate a muerte que recuerda a otros títulos con narraciones distópicas como ‘Los juegos del hambre’, ‘Saw’, el reality ‘Fear factor’ o la película japonesa ‘Battle Royale’. El guionista y director elabora un callejón sin salida económica para los protagonistas, a quienes somete a un infierno de juegos que ponen a prueba los hilos de su humanidad. «He intentado representar diferentes estereotipos, distintos modelos de personas que todo el mundo puede identificar».
Concebido como un guión de cine, Dong-hyuk se estrena como director de una serie de televisión con ‘El juego del calamar’. «El guion de una serie es mucho más detallado y eso me ha permitido estudiar a los personajes y sus relaciones. Además, en estas ocho horas de guión me he atrevido a escribir de forma reposada. Enfrenté cada episodio como un juego diferente, escribiéndolos de forma independiente. Entre los mensajes escondidos, destacaría la idea de que los personajes habrían podido salvarse si hubieran pensado en equipo, si hubieran imaginado una visión conjunta de lo que estaba ocurriendo y no limitarse a luchar contra el que tienen delante para conseguir el premio. Esta serie es una crítica a la sociedad competitiva que hemos creado».
Los decorados de Chae Kyung-sun cuentan con escaleras de colores sorprendentes, un vasto cuartel con literas de metal apiladas como gradas, simulando colegios de preescolar y campos de exterminio, mientras guardias sin rostro se mueven como tramoyistas silenciosos bajo los acordes del Danubio Azul. «Soy el primer sorprendido de la revolución provocada por el uniforme de los personajes. No puedo creer que las vans blancas sean el zapato más vendido ni que el disfraz haya sido número uno en Halloween. La idea del traje verde surge de mi uniforme escolar de gimnasia y toda la gente de Corea recordará ese uniforme verde. Llamar a los personajes por números es convertirlos en presos dentro de una sociedad que no reconoce nombres sino posiciones dentro de una jerarquía», explica el cineasta.
Con su notoria oscuridad, ‘El juego del calamar’ es valiente y ambiciosa, conmovedora y aterradora. Su poder está en su comprensión de que el dinero es sinónimo de supervivencia. Esta no es una fantasía distópica como ‘Los juegos del hambre’. Esta es la vida real, pero no es un grito de rabia, sino de melancolía. «Se ha hablado mucho de si esta serie debería ser vista por niños, pero la realidad es que el mundo que vivimos hoy no es fácil ni bueno. Estamos dentro de una sociedad profundamente insensible. En mi última visita a Los Ángeles vi tantos sintecho que la ciudad parecía una película de zombis. Incluso los puedes ver en calles de lujo como Rodeo Drive, pero luego, en mi hotel de Bel Air, había una plaza con el holograma de un cisne. El contraste me pareció brutal. Por una lado, el drama de gente viviendo en las calles; por otro, la belleza de una realidad prefabricada. Tenemos a miles de personas que han perdido sus casas junto a otros que tienen más de lo que necesitan. Eso me ha llevado a preguntarme: ¿cuánto tiempo podrá aguantar el sistema? No solo por los pobres, sino también por los ricos. Los niños son lo suficientemente inteligentes como para entender el futuro que les estamos dejando», dijo Dong-hyuk
Esta parábola de la explotación capitalista surgió cuando el creador tuvo problemas financieros. «Quería escribir una fábula sobre la sociedad moderna, que describiera la competencia extrema a la que nos vemos sometidos». La sátira costumbrista palpita con fuerza en Corea del Sur. Desde allí nos llegan ‘Parásitos’, ‘The Disaster Tourist’ y ‘El juego del calamar’, demostrando que los autores surcoreanos tienen una comprensión incisiva del absurdo onírico de la vida bajo el capitalismo tardío. «Yo me cuestiono constantemente cómo vamos a sostener esto. Las diferencias entre ricos y pobres son cada vez más grandes. Vivimos en un sistema que no funciona. Deberíamos preguntarnos: ¿quién creó esto?», apuntó Dong-hyuk.
En el ‘Juego del calamar’, 456 personas en situación desesperada llaman al número que aparece en una tarjeta que les ha entregado un hombre extraño. Todos aceptan su inocente oferta de «participar en un juego» antes de ser noqueados con un gas somnífero. El elenco es muy diverso: Seong Gi-Hun (Lee Jung-jae), un padre divorciado; Cho Sang-woo (Park Hae-soo) un ex niño prodigio y amigo de la infancia de Seong Gi; Kang Sae-Byeok (Jung Ho-yeon) una desertora norcoreana que pretende financiar la fuga de su madre del norte con sus ganancias; Jang Deok-su (Heo Sung-tae) un gánster que espera saldar las deudas de juego…
Sin embargo, incluso en el peor de los casos, siempre queda una pizca de simpatía. Los concursantes del juego incluyen médicos, madres solteras, parejas casadas, personas con hijos, padres y amigos. Tal vez, la razón más importante por la que ‘El juego del calamar’ ha tenido tanto éxito son los personajes. Hombres y mujeres arquetípicos: el solitario silencioso, el matón violento, el chico bueno que salió rana; todos suficientemente específicos como para que nos preocupemos por ellos. «Me he dedicado a desarrollar cada personaje meticulosamente, inspirándome en arquetipos que la audiencia puede reconocer», admite el creador.
A medida que descubrimos más sobre lo que está sucediendo, nos damos cuenta de que el mundo exterior no es menos brutal que el juego en sí. El juego es solo una conclusión natural de una sociedad jerárquica y rígida que es inherentemente deshumanizante. Con suerte, los amantes de ‘El juego del calamar‘ tendrán segunda parte. «En ello estamos, la presión es mucha y creo que vamos a crear una segunda temporada de la serie».
Por: Noticonexion