Francia ha pasado de ser una «monarquía absoluta» para convertirse en un régimen parlamentario convencional y conservador en apenas 37 días, que han transformado su funcionamiento político e institucional, «normalizando» a la extrema derecha, instalando a las izquierdas en una periferia gesticulante.
La Constitución de la V República concede al presidente y jefe del Estado unos poderes excepcionales, que no tiene ningún presidente de ninguna democracia industrial avanzada.
A esos poderes personales se añadía un poder parlamentario siempre al servicio del presidente, mientras tuvo mayorías parlamentarias propias. De Gaulle, Giscard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy, Hollande, el primer Macron, fueron «monarcas absolutos», durante más de sesenta años, cuando las elecciones legislativas confirmaban mayorías parlamentarias de su misma familia política.
Las eleciones parlamentarias del 12 y 19 de junio pasado, cambiaron ese modelo de manera radical: por vez primera en la historia política francesa, la extrema izquierda y la extrema derecha populistas se convertían en las primeras fuerzas políticas de oposición, cuando el presidente ‘solo’ consiguió una mayoría relativa de 250 de los 577 escaños parlamentarios.
Macron, su gobierno y su diputados debían negociar para poder gobernar. ¿Con quién?
La XVI legislatura de la V República comenzó el 28 de junio. Las vacaciones parlamentarias comenzaron el pasado viernes día 4. Durante esos treinta y siete días, la antigua «monarquía absoluta» ha dejado paso a un régimen parlamentario convencional, devolviendo a la Asamblea Nacional (AN) una posición y fuerza de primer plano.
A finales de junio se temía la parlísis. Pero, el realismo se ha impuesto y en poco más de un mes del gobierno ha aprobado 16 proyectos de ley
En la ‘nueva’ Francia política, el presidente propone, su gobierno adapta el proyecto y la AN lo matiza. A finales de junio se temía la «parálisis». La extrema izquierda amenazaba con una moción de censura. El realismo más cartesiano se ha impuesto de manera absoluta. En poco más de un mes, el gobierno ha aprobado dieciséis proyectos de Ley. Tres de ellos de cierta importancia, consagrados al poder adquisitivo y la nueva política pos covid.
La Francia Insumisa (LFI, extrema izquierda populista) ha deseado «paralizar» y «bloquear» todos los proyectos parlamentarios. En vano. PS, PCF y Ecologistas se han abstenido, incluso han votado favorablemente algunos artículos de la nueva legislación macroniana.
Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, ha decidido comportarse como un «partido de gobierno», criticando, matizando, «imponiendo» algunos matices en algunos proyectos de Ley, alejándose del «rupturismo» ultra radical.
Los Republicanos (LR, derecha tradicional, el partido de Nicolas Sarkozy) se ha convertido en el primer aliado parlamentario de Emmanuel Macron, «obligándolo» a gobernar a la derecha. Macron siempre fue conservador / liberal reformista. Perdida la mayoría parlamentaria se ve «forzado» a confirmar una línea conservadora que siempre tuvieron su ministro de economía, Bruno Le Maire (antiguo ministro de Chirac y Sarkozy) y Gérard Darmanin, ministro de interior (antiguo portavoz personal de Sarkozy).
Unidas electoralmente, las izquierdas están muy desunidas y son muy minoritarias en la Asamblea Nacional. La mayoría relativa de Macron y su partido, la derecha y la extrema derecha, son el reflejo parlamentario de una Francia conservadora o muy conservadora. Desapareció la «monarquía absoluta». Queda el conservadurismo tradicional.
Por: Noticonexion/abc/ap