La primera generación, llamada de manera retroactiva 1G, consistía en un sistema analógico para la transmisión de voz. En cambio, los teléfonos que tenían 2G, transmitían voz y datos de forma digital. Las generaciones siguientes, el 3G en el 2000 y el 4G en el 2010, incorporaron mejoras técnicas que consiguieron incrementar la velocidad desde los 200 kilobits por segundo a cientos de megabits por segundo. El 2020 cada vez está más cerca y se espera que el 5G sea capaz de transmitir 1 gigabit por segundo o, incluso, hasta 10.
La posibilidad de enviar y recibir tantos datos en tan poco tiempo ofrece nuevas oportunidades para los sistemas de realidad virtual y aumentada, como también para la automatización de determinados procesos.
Por ejemplo, los coches autónomos se podrían comunicar entre sí, con las señales de tráfico, los quitamiedos, los puntos kilométricos, y con otros elementos que los conductores humanos nos limitamos a mirar. Pero para conseguirlo hace falta otro avance técnico más, reducir lo que denominamos “latencia”, es decir, el lapso que se produce entre que se envía la señal y se recibe, 1 milisegundo. Si una red de datos es como el sistema de riego de un jardín, la latencia es el tiempo que pasa desde que se abre el grifo hasta que el agua sale por el otro extremo de la manguera.
Las estaciones base del 5G se pueden colocar cada 250 metros, en lugar de los entre 1 y 5 kilómetros de separación que necesitan las 4G.
Conseguir una gran velocidad de datos con una baja latencia requiere muchos cambios técnicos, como enviar datos usando radiofrecuencias más altas y seleccionar aquellas antenas que permitan reducir las interferencias entre todos los dispositivos que se comuniquen simultáneamente. A esto se une que el 5G tendrá muchas más estaciones base, que serán más pequeñas que actuales y estarán colocadas más cerca unas de otras. Las estaciones base del 5G se pueden colocar cada 250 metros, en lugar de los entre 1 y 5 kilómetros de separación que necesitan la del 4G.
Por: Noticonexion