La solemnidad, amabilidad y decencia son los principales dotes de Ramón Hernández, un caballero de la vida que también juega béisbol.
Además de tener buenas manos con el madero y presumir de una buena defensa en la inicial, Hernández, se enfoca día a día en mantener un buen ambiente en el dogaut de los Tigres, con sus amigos, así como los rivales que pertenecen a los otros cinco equipos de la pelota invernal.
La loable forma del liceísta viene desde el hogar. Los valores y las buenas costumbres inculcadas por sus padres, Ramón Hernández e Ivelisse Payano, no eran negociables cuando él estaba en presencia de sus tutores.
La exigencia era de forma tal, que, al momento de recibir visitas en la casa, los padres llamaban a Ramón y a sus seis hermanos para comparecer ante los nuevos.
“Eso no se negociaba en casa. Entiendo que gracias a esa forma de mis padres es que tengo esa educación tan presente en mi vida. Ellos me mostraron el amor por Cristo y de ese mismo modo cómo amar a los demás. Mi intención es también brindársela a mi hija y dejar este mundo mejor de como lo encontramos”, sostuvo Hernández en una entrevista exclusiva con el Listín Diario.
Ramón Hernández padre se dedicó a la ingeniería, mientras que Payano se graduó de dentista. El inicialista adujo que la preparación académica tampoco era ajustable en la casa.
Compromiso de dos partes
Cuando un joven juega béisbol en la República Dominicana tanto los padres como los hijos hacen un gran compromiso para llegar al profesionalismo.
Los padres, en general, tienen que despojarse de sus hijos para que éstos practiquen en una de las academias del país, mientras que los peloteros se marchan de la comodidad de su hogar y algunos deben de cambiar hasta de escuela y recibir la educación los fines de semana.
Hernández recuerda con entusiasmo el acompañamiento de su progenitor cuando entró a su primer programa a los 14 años, en Los Alcarrizos con Johnny Paredes. Terminó firmando con Lucas García, quien repartía prácticas en el Centro Olímpico. Inició con los DiamondBacks de Arizona.
“Recuerdo como papi estaba pendiente de cada detalle antes y después de cada día de entrenamientos. Realmente sin la visión de él no sé si hubiera sido el pelotero que soy hoy”, añadió el pelotero.
Un liceista desde niño
Ramón explicó que es fanático de los Tigres desde que inició a jugar béisbol.
Iba a ver los partidos de pelota con su padre, quien era jugador de softbol, y desde ahí comenzó su amor por la pelota.
“Yo represento estas cinco letras con el mayor orgullo que puede sentir un ser humano. Yo esperé mi tiempo porque confiaba en mi talento pero también por el amor que siento por este equipo”, agregó.
Hernández, fue seleccionado por los Tigres del Licey en el Draft de Novatos previo a la temporada del 2017-18, sin embargo, no fue hasta la campaña pasada cuando jugó de forma estelar en la liga, teniendo que ver a muchos pasar por la primera base, mientras él simplemente aplaudía en el dogaut.
Por: Noticonexion