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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, enfrenta una creciente presión política que refleja tanto la fragmentación del Parlamento Europeo como el debilitamiento del centro político en la Unión Europea. Aunque todo indica que superará la segunda moción de censura en su contra, el hecho de que haya sido presentada —y por segunda vez en tres meses— deja en evidencia un clima de inestabilidad, alimentado por ataques desde los extremos y una falta de cohesión entre los Estados miembros.
Fuego cruzado desde ambos extremos políticos
Tanto la extrema derecha como la izquierda radical han cuestionado duramente la gestión de Von der Leyen, acusándola de fallar en política migratoria, en el manejo del conflicto en Gaza y en el cumplimiento del Pacto Verde. La crítica también apunta a su estilo de liderazgo, considerado por algunos como centralizador y jerárquico. Esta presión no solo busca su debilitamiento, sino que refleja una estrategia para reafirmar el poder de los extremos dentro del Parlamento.
Alianzas debilitadas y un centro dividido
Desde 2019, las alianzas tradicionales entre el PPE y los socialdemócratas ya no garantizan mayorías estables, lo que ha obligado a buscar apoyos más amplios. En temas sensibles como migración, medio ambiente o relaciones exteriores, se ha visto al PPE alinearse ocasionalmente con la ultraderecha, lo cual resquebraja aún más la base que sostiene a Von der Leyen. Mientras tanto, dentro del propio centro, crecen las tensiones por temas como la burocracia, las decisiones unilaterales en política exterior y la renuncia parcial a agendas sociales.
Una democracia bajo presión, pero viva
A pesar del ruido político, expertos como Olivier Costa consideran que estas mociones reflejan también una democracia activa. Las tensiones y desafíos en el Parlamento Europeo son signos de una política que, aunque fragmentada, sigue funcionando bajo debate y prueba constante. Von der Leyen tiene ahora la oportunidad de reafirmar su liderazgo si logra mantener unido al centro político. La votación del jueves será menos una amenaza directa y más una nueva prueba de resistencia en un contexto donde las crisis internas ya forman parte de la nueva normalidad en Europa.
Por: Noticonexion/efe/afp
