Una guerra abierta en dos frentes.
Israel inició hace unas semanas una serie de ataques en Líbano mientras continúa su asedio en la Franja de Gaza.
En la nación libanesa actualmente hay una escalada de bombardeos y operaciones israelíes contra Hezbolá después de que a mediados de septiembre miles de dispositivos de comunicación usados por la milicia explotaran.
El ataque sincronizado causó decenas de muertos y miles de heridos, y fue atribuido a la agencia de inteligencia israelí Mosad.
La ofensiva israelí es un nuevo capítulo de un conflicto que tiene décadas, pero que se reactivó el 7 de octubre cuando el grupo palestino Hamás lanzó un ataque sin precedentes contra Israel donde hubo 251 rehenes y 1.200 muertos.
A esto le siguió una respuesta de Israel que no cesa: casi 41.500 palestinos han muerto en la ofensiva israelí desde el 7 de octubre.
A la vez, desde el sur de Líbano, la rama militar de Hezbolá empezó a lanzar ataques hacia el norte de Israel exigiendo un cese el fuego en Gaza. La respuesta de Israel deja, por ahora, más de 500 libaneses muertos.
Según Israel, el objetivo de sus ofensivas tanto en Gaza como en Líbano tiene el nombre de Hezbolá y Hamás. Y para estos grupos islamistas, su objetivo es Israel.
Pero, aunque tengan un enemigo común, son varias las diferencias entre ambos grupos armados. Tanto que incluso los lleva a confrontar fuera de sus fronteras.
Los orígenes
Tanto Hamás como Hezbolá nacen como respuesta contra Israel en la década de 1980.
Hamás tiene sus orígenes en otra organización islamista surgida en Egipto. Se trata de los Hermanos Musulmanes, que nacieron en 1920 con el objetivo de difundir la moral islámica y las buenas obras, para luego convertirse en un actor político.
Hamás es el más grande de entre los diversos grupos islamistas palestinos y su nombre es un acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica (Harakat al Muqawama al Islamiya).
Lo fundó Ahmed Yassin en 1987 como brazo político de los Hermanos Musulmanes en Gaza, coincidiendo con la eclosión de la primera Intifada, el levantamiento de los palestinos contra la ocupación israelí en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este.
En sus inicios tuvo un papel moderado, pero a partir de los 90 su rol se reforzó.
Fue el momento de la fundación de su brazo armado, la milicia de las Brigadas al Qassam, creadas en 1991 y lideradas por el comandante Mohamed Deif.
En el caso de Hezbolá, aunque no están tan nítidos sus orígenes, sí está claro que sus precursores, nacidos de la escisión del Movimiento Amal, aparecen después de que Israel invadiera una parte del sur de Líbano en 1982 como respuesta a una serie de ataques de militantes palestinos contra Israel.
La estrategia israelí, en manos del entonces ministro de Defensa Ariel Sharon, tenía la intención de purgar la Organización de Liberación de Palestina (OLP) del sur de Líbano y detener las incursiones del grupo a través de su frontera.
En medio, grupos chiítas en Líbano quisieron, a su vez, dar una respuesta militar a la invasión israelí. Para ello se separaron del citado Movimiento Amal, un grupo político que pasó a ser una de las milicias musulmanas chiitas más importantes durante la Guerra Civil Libanesa (1975-1990).
La escisión se llamó Amal Islámico, un movimiento militar chiíta que recibió apoyo militar y organizativo de la Guardia Revolucionaria de Irán. Poco después se alió con otros grupos y creó Hezbolá.
Hamás, o en algunos casos las Brigadas al Qassam, fue designado como grupo terrorista por Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y otras potencias. Fue el ala militar de Hamás quien dirigió los ataques contra Israel del 7 de octubre del año pasado.
En el caso de Hezbolá, ha sido acusado desde su fundación de llevar a cabo una serie de atentados contra objetivos judíos e israelíes. Está designada como organización terrorista por Estados Unidos, Israel y otros países de la Liga Árabe. De igual forma, su brazo militar figura en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea.
Las diferencias religiosas
Ya con solo sus nombres, Hezbolá, que significa Partido de Dios, y Hamás, que significa fervor, ambos muestran sus vínculos con la religión, y se presentan como grupos islamistas, es decir, que sus acciones se rigen, a su juicio, según los principios del islam.
Sin embargo, son afines a corrientes distintas dentro del islam y esto también determina sus alianzas y rencillas, aunque siempre con el foco en Israel como enemigo común.
La gran división del mundo musulmán es la que hay entre chiítas y sunitas, algo que se remonta al año 632 y a la muerte del profeta Mahoma, que derivó en una pugna por el derecho a liderar a los musulmanes que, en cierta forma, continúa hasta el día de hoy.
Si bien ambas ramas han coexistido por siglos, compartiendo muchas creencias y prácticas, sunitas y chiítas mantienen importantes diferencias en materia de doctrina, rituales, leyes, teología y organización.
Los sunitas son mayoría entre los musulmanes; de hecho, se estima que el 90 % pertenecen a esta corriente. Se califican como la rama más tradicional y ortodoxa del islam.
Los chiítas, que nacen de una escisión en principio política a favor de Ali, el yerno de Mahoma, representan a un 10% de los fieles, alrededor de entre 120 y 170 millones de personas.
Son mayoría en Irán, Irak, Bahréin, Azerbaiyán y, según algunas estimaciones, Yemen. Aunque también hay importantes comunidades chiítas en países como Afganistán, India o Líbano.
Precisamente, el grupo libanés Hezbolá se autodefine como de resistencia chiíta. En cambio, Hamás, es sunita.
Territorio y control político
Hamás tomó relevancia cuando su brazo político ganó en 2006 las elecciones legislativas en Gaza, territorio de apenas 365 km² donde viven más de dos millones de palestinos.
Aunque tiene simpatizantes en Cisjordania, es en la Franja donde ejerce su mayor área de influencia y tiene actualmente el control.
En el caso de Hezbolá, también cuenta con un partido político de corte islamista. En 1992 participó por primera vez en las elecciones nacionales obteniendo más escaños que cualquier otro partido y en 2009, junto con sus aliados, logró entrar en el Ejecutivo con 10 cargos.
Desde entonces, ha ganado gradualmente influencia en el sistema político de Líbano y tiene poder de veto en el gabinete.
En ambas organizaciones no hay certeza de cuál es su músculo militar real, tanto en combatientes como en arsenal.
En el caso de Hamás, se estima que tiene entre 20.000 y 30.000 combatientes.
Hezbolá, dirigida desde 1992 por Hassan Nasrallah, es la fuerza militar más poderosa en Líbano.
Como cuenta la periodista de la BBC en Beirut Carine Torbeya, la fuerza militar de Hezbolá y la relativa debilidad del ejército nacional de Líbano significan que mucha gente –incluso fuera de su base principal– cree que es necesario que siga armado.
Pero aún más allá, «Hezbolá es actualmente la fuerza militar no estatal más poderosa del mundo«, según le dijo en octubre pasado a BBC Mundo Firas Maksad, experto en política libanesa y geopolítica de Medio Oriente del centro de estudios Middle East Institute (MEI) con sede en Washington DC.
Acorde a las cifras que Nasrallah dio en 2021, Hezbolá contaría con 100.000 combatientes. Otras fuentes calculan que tiene entre 20.000 combatientes activos y otros 20.000 reservistas.
Algunos libaneses consideran que la organización es una amenaza para la estabilidad del país, pero sigue siendo popular entre la comunidad chiíta libanesa a quien representa.
Apoyos y financiamiento
Como ejemplo de la gran potencia chiíta que es en Medio Oriente, Irán apoya a Hezbolá desde sus inicios.
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, Irán proporciona a Hezbolá «la mayor parte» de su financiación, además de entrenamiento, armas y explosivos. También le facilita «ayuda política, diplomática, monetaria y organizativa», denuncia Washington.
Tanto las agencias antidrogas estadounidenses como las europeas acusan al grupo libanés de beneficiarse del tráfico de drogas, algo que Hezbolá niega reiteradamente porque dice que para ellos la religión «prohíbe fabricar, vender, comprar, contrabandear y consumir» drogas.
Otras fuentes de financiación de Hezbolá, según el Departamento de Estado estadounidense son el contrabando de mercancías, falsificación de pasaportes, lavado de dinero y fraude con tarjetas de crédito, inmigración y bancos.
En el caso de Hamás, a pesar de ser sunita, también recibe el respaldo de Irán, que le proporciona financiación, armas y entrenamiento.
Sus líderes han agradecido en público a Irán varias veces por su apoyo.
En su rama como organización política y social, recauda impuestos y recibe ayuda internacional de gobiernos extranjeros afines y de organizaciones caritativas.
El grupo islamista tiene, además, una oscura cartera internacional de inversiones que utiliza, a menudo, las criptomonedas como vehículo para sortear las sanciones internacionales, según señalaba la periodista de BBC Mundo Paula Rosas.
Además, recibe apoyo de Qatar, uno de los países más ricos del mundo. No solo es apoyo financiero, también político.
Según analistas, Qatar permitió a los líderes de Hamás instalarse en Doha desde 2012, después de que tuvieran que abandonar su sede histórica en Damasco por la guerra civil siria.
Es justo aquí, en Siria, donde se enfrentan Hamas y Hezbolá.
Aunque durante un tiempo Hamás tuvo fuertes lazos con Siria y el país fue refugio de palestinos, con sede incluso en Damasco, se distanció de Bashar al Assad tras la brutal represión ejercida por su gobierno en las protestas a favor de la democracia en 2011 y que condujo a una sangrienta guerra civil aún en curso.
En cambio, Hezbolá tiene en Al Assad un aliado y ha luchado en la guerra de Siria entrenando y apoyando a milicias pro-Irak y Yemen.
Ambos grupos armados, ahora, encaminan sus esfuerzos nuevamente contra Israel en un conflicto que escala por días con un saldo cada vez más sangriento.
Por: Noticonexion/bbc